Este es un fenómeno que está transformando la forma en que las empresas operan, permitiéndoles enfocarse en su núcleo de competencias y delegar otras responsabilidades a expertos en su campo.
El outsourcing, también conocido como externalización, tercerización o simplemente subcontratación, es una práctica común en muchas industrias, y la arquitectura no es la excepción. Consiste en delegar ciertas tareas o servicios a empresas externas especializadas en lugar de manejarlas internamente.
Esta modalidad de trabajo se volvió posible y especialmente valiosa gracias a la cantidad de herramientas digitales de comunicación y gestión de proyectos colaborativos que existen, lo que permite trabajar con fluidez en varios proyectos simultáneos a larga distancia.
Este método también nos habilita a acceder a una amplia red de profesionales sin necesidad de expandir la plantilla permanentemente de una organización, lo que a su vez se traduce en una mayor flexibilidad y adaptabilidad frente a los cambios del mercado o fluctuaciones en la demanda de proyectos.
La decisión de subcontratar servicios de arquitectura puede estar respaldada por una serie de razones estratégicas y comerciales:
Ciertos servicios cuentan con una mayor demanda internacional debido a su naturaleza técnica y especializada. Estos incluyen:
El outsourcing no solo es una estrategia para reducir costos, sino también una herramienta poderosa para impulsar la eficiencia y la competitividad.
Al colaborar con expertos externos, los estudios pueden enfocarse en lo que mejor saben hacer: crear espacios inspiradores y funcionales que mejoren la calidad de vida de las personas.
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